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domingo, 29 de marzo de 2009

La leyenda de la montaña y la ciudad


Bogotá es el vértigo, es el contraste, es la lluvia, es la neblina, es la abundancia y la carencia, es la montaña que la vigila y los soldados que la recorren, son las carreras y las calles, la numeración napoleónica tan ordenada que sorprende...
Bogotá son las leyendas, son sus fantasmas, son sus estatuas y sus ladrones...
es Chia y es Soacha, teusaquillo y Usaquén, es Bosa y Chapinero, es Fontibón y Engativa, el parque de la 93 y la Candelaria, es Montserrate y su maldición a todos los enamorados que suben a contemplar la ciudad...
Bogotá también es el centro y es la periferia, es el poder y la miseria, son las motos y el Transmilenio, ejemplo mundial de vanguardia en transporte y ejemplo mundial del fracaso económico de una nación a la que no le alcanzó para un metro...
Bogotá es la noche desde las 6, y el día desde las 6.
Bogotá son minutos de vida con un amigo y minutos de Comcel a una novia en cada esquina...
Bogotá son edificios gigantes y favelas inmensas, son sus parques y sus museos dorados por el sol que escasea y se esconde entre las nubes constantes...
Bogotá son arepas deliciosas a la salida de una fiesta, es un ajiaco o mazamorra el domingo, son buñuelos, es puchero o albondigón, son patacones y arequipe, es una aguapanela después de la marcha...
Bogotá es Andrés Carne de res, es ChaCha, es una discoteca en el techo de un rascacielos, o en el sótano de una casona en el centro, es una mirada nacida en medio del baile en Escobar Rosas y una historia de amor trasatlántica que quedó en suspenso...
Bogotá es una obsesión, una constante, muchos recuerdos y mucha nostalgia.
Esa es la ciudad que vi por primera vez hace 9 años y por última hace 10 meses...
Así es para mi esta Bacatá, "Territorio de la minga de Dios" o "El final de los campos"...
Muchas cosas más encierra esta tierra divina y espectacular, pero no busco definirla solo entenderla...
No la conozco, solo la he sentido, vaya que la he recorrido y vaya que me ha fascinado...
En espera de un regreso, miró las montañas desde el balcón de mi departamento en la ciudad de México y recuerdo de nuevo, la cruda verdad de esa leyenda de 3210 m de ironía.
No deja de sorprenderme lo mucho que se parecen estas tierras a 2240 metros en el ombligo de la luna y aquellas 2600 metros más cerca de las estrellas.
Saludos a todos aquellos que recorrieron el monstruo conmigo...

2 comentarios:

  1. Me gusto mucho tu texto, tus descripciones como pinceladas :) casi creí sentir un poquito la ciudad.
    Muchos besos,

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